Se preguntaba una amiga y estupenda profe de Yoga ,“Si sé que algo me funciona, me hace sentir bien, me ayuda, ¿…porqué me resisto tantas veces a hacerlo?”
-Sé (he comprobado) que si me siento a meditar empiezo el día con más tranquilidad, pero….
-He comprobado que no me sienta bien cenar tanto…pero….
-He comprobado que quedar con esta persona no me hace bien pero….
-He comprobado que si no me organizo me termino estresando…pero…
-He comprobado que si me callo cuando estoy enfadada es peor…pero
Un largo etc…de acciones que vamos dejando atrás ….para, al final, mantenernos en la gran rueda del hámster enjaulado.
Además suele ocurrir que, “estoy muy motivada, quiero dejar de fumar, quiero comer mejor, quiero ir al gimnasio”… y sin embargo no es suficiente con ello, ahí sigo.
Cuando nos resistimos al cambio es porque existen diferentes áreas problemáticas, ya sea debido a características de personalidad, nuestra historia de vida o nuestra situación actual.
Lo desconocido, lo nuevo, el cambio, requiere del uso de más recursos, de más atención. Es decir, más gasto de energía para nuestra mente.
Los hábitos son una forma de entrar en modo automático y ahorrar así energía mental. (…) Hasta que no se consolida un hábito, la actividad del cerebro es alta cada vez que se ejecuta la rutina correspondiente. Hay que investigar el terreno, probar, aprender, optimizar… Si persistimos llegará un momento en que ya se habrá convertido en hábito y cada vez que hagamos la rutina, la actividad cerebral será más bien baja. Los hábitos surgen porque el cerebro busca continuamente formas de ahorrar esfuerzo.
“El poder de los hábitos”- Charles Duhigg
Por esto, un cambio necesita de control mental, equilibrio emocional, entrenamiento y voluntad.
Es decir, conocer nuestros pensamientos, nuestras emociones y el cómo y para qué llevo a cabo una acción.
1- Conocer mis CREENCIAS LIMITANTES E INTROYECTOS.
Para el cambio en los “hábitos” de nuestros pensamientos, necesito conocer aquellos pensamientos que inconscientemente (o no) me distorsionan la realidad, me limitan la vida y me llevan a un autoengaño permanente. Y al final, al sufrimiento.
Por ejemplo qué cosas me digo, me cuento, en el día a día, cómo es ese diálogo interno conmigo mismo. “No me va a salir bien”, “me cuesta más que a los demás”, “mi jefe no me ayuda”, “ tengo que poder con todo”, “sola no puedo”….
Mensajes que hemos interiorizado en la infancia y se mantienen en el presente haciendo de las suyas , sin que nos pertenezcan del todo.
Cuanta más claridad tenga de cómo es el guion de mi película, mejor director podré ser de mi Vida.
2. Necesito saber qué EMOCIÓN es la que mantiene activos y con “vida propia” estos pensa-mientes, a pesar de mi misma, de mi voluntad y de mi motivación.
La emoción más frecuente que nos mantiene pegados a las conductas o hábitos indeseados es el miedo. Miedo al cambio, a la responsabilidad, a lo desconocido, a crecer, a desobedecer, al castigo….
Cada cual tenemos que indagar en nuestra propia versión y estilo de la terror movie.
Estas emociones suelen tener que ver con beneficios o ganancias secundarias, que obtengo y obtuve de pequeño y que siguen dando en la actualidad sus frutos distorsionados, aunque fuera de lugar y de tiempo.
3. Conocer qué NECESIDADES Y DESEOS estoy cubriendo y cuales no. Si estoy delegando- sustituyendo necesidades en personas o cosas. Y si estoy sustituyendo deseos por necesidades.
4. Y para ir más allá aún, en terapia iremos deshaciendo, más bien, revelando, qué MECANISMOS DE DEFENSA tiene cada cual. Para así poder ir domando estas defensas, con cariño casi siempre, o con un buen reactivo cuando haga falta.
La negación, el victimismo, la proyección…son algunas de las resistencias con las que nos encontramos al tocar el cambio profundo y definitivo.
5. Como últimos ingredientes, pero no menos importantes, tenemos que añadir el COMPROMISO, RUTINA CONSCIENTE Y RESPONSABILIDAD. Son el mejor antídoto para el victimismo y la queja.
Con todo esto ganamos libertad, que no es hacer lo que me de la gana (como les digo a los pacientes). Sino la visión global de mi mapa y la realidad para saber cuales y donde están los obstáculos que me boicotean el cambio y el paso a la acción de aquello que sé que me va bien y quiero para mí.
En definitiva, el cambio y la transformación personal requiere autorreflexión, autoconciencia, marcarse objetivos claros y realistas, emplear tiempo y energía y, evidentemente, necesita de voluntad.